Valores ciudadanos en la escuela
Por Manuel de Castro
EL fenómeno de la violencia escolar está siendo noticia casi diaria hasta el punto de haberse generado una alarma social que no ayuda a resolver el problema. Complejas son las causas que nos han conducido a esta situación y múltiples también las posibles respuestas. Con sensación de fracaso comprobamos que se proponen medidas penales más duras, cuando lo único eficaz es educar a los jóvenes en valores a través del fortalecimiento de la familia y de la escuela.
En este contexto de preocupación se produce la inclusión en la LOE de la polémica asignatura de «Educación para la Ciudadanía», pensada por sus promotores como una medida más de formación en los valores ciudadanos de convivencia. No es de extrañar la polémica suscitada, pues tocamos una de las cuestiones más delicadas, la formación moral y en valores de las futuras generaciones. Se la acusa del peligro real de que se convierta en instrumento del gobierno de turno para el adoctrinamiento. Nadie puede arrogarse, y mucho menos el gobierno, la capacidad para imponer concepciones ideológicas o creencias a los ciudadanos.
De ahí a negarle a la escuela la capacidad de trasmitir valores va un abismo. La escuela ha educado siempre y hoy también lo está haciendo, aunque con mayores dificultades, entre otras cosas, por la debilidad de la familia. Sustraerle esta capacidad sería tanto como negarle la posibilidad de educar. En la sociedad actual se necesita, más que nunca, el apoyo de la escuela como trasmisora de valores, en un contexto en el que se generaliza la indiferencia y el relativismo de la mano de una explosión informativa sin precedentes.
La familia es depositaria del derecho a la educación de sus hijos. Como indicó el Presidente de la CEE en la LXXXVIII Asamblea, es necesario «que se reconozca generosamente a los padres la responsabilidad primordial, y por tanto el derecho y la obligación de educar a sus hijos según sus convicciones morales y religiosas». No obstante, hay familias que han dimitido de su deber de educar a sus hijos, más por impotencia que por negligencia personal. Tampoco podemos olvidar que la mayor parte de las conductas individuales tienen una clara repercusión social. La sociedad debe ocuparse y preocuparse por las conductas antisociales que surjan en su seno, no sólo protegiéndose de ellas con leyes y penas, sino también con la prevención a través de la educación en la escuela.
Por todo ello, es imprescindible que la escuela eduque en valores ciudadanos. ¿Es el mejor modo de hacerlo con la creación de una nueva asignatura? Las Escuelas Católicas, al igual que el Consejo Escolar del Estado, opinan que no. Pero no tanto porque introduciendo la nueva asignatura se estén sustrayendo horas a otras materias (por bien empleadas pueden darse si a través de ellas conseguimos educar ciudadanos solidarios, respetuosos y comprometidos), sino porque la educación en valores debe realizarse a través de todas las áreas y de lo que constituye la vida misma del centro educativo. En todo caso, una vez que se ha optado por esta fórmula, sus contenidos deben circunscribirse a proponer valores comúnmente aceptados, presentes en nuestra Constitución, evitando abordar aquellas otras cuestiones del ámbito estrictamente personal sobre las que la sociedad no tiene una opinión compartida y eludiendo entrar en confrontación con los valores del carácter propio de los centros. Escuelas Católicas ha trabajado con denuedo para que así sea y cree que los actuales borradores de Primaria y de la ESO respetan este criterio.
Este mismo respeto exigiremos en los desarrollos autonómicos, pero sin olvidar que existen otros elementos aún más determinantes en esta materia, como son la elección del libro de texto y del profesor que la imparta, que deberán ser objeto de especial atención por parte de los centros. Los padres de nuestros colegios pueden estar seguros de que no necesitarán acudir a la objeción de conciencia contra esta asignatura, porque vamos a garantizar que su enseñanza, como la de las demás áreas, estará en perfecta consonancia con nuestro proyecto educativo.
Lamentablemente la nueva materia fracasará en su objetivo, la educación cívica del alumnado, si no evita a toda costa entrar en cuestiones polémicas y si no implica de manera transversal a todo el profesorado en el empeño.
12/08/2006
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